Las actividades económicas de los purépechas: una mirada al pasado y al presente

Los purépechas, también conocidos como tarascos, habitaron en el centro y oeste de México prehispánico. Su economía fue fundamental para su posición como una de las civilizaciones más extensas de Mesoamérica, así como para mantener a raya las pretensiones colonizadoras de los aztecas. En este artículo, exploraremos cuáles fueron y son las actividades económicas de los purépechas.

Durante sus años prehispánicos, la economía de los purépechas se basaba en actividades primarias como la caza, pesca y recolección de frutos silvestres. Sin embargo, la agricultura se convirtió en la principal actividad económica cuando sembraron diferentes clases de maíz, frijol, calabaza, tabaco y chile (también utilizados para el comercio). Además de la agricultura, la producción artesanal fue relevante en su economía. Trabajaban con bronce, oro y cobre para la fabricación de herramientas, armamentos y piezas ornamentales. También obtuvieron alimentos a través de la caza y pesca.

A través de la agricultura, los purépechas cultivaban diferentes tipos de productos: maíz, frijoles, calabaza, chile, algodón, amaranto y otros cultivos. Estos cultivos no solo eran para su propio consumo, sino que también se utilizaban para el comercio con otras tribus. Los purépechas establecieron una red comercial con otras tribus centroamericanas e incluso andinas, vendiendo sus productos y siendo reconocidos en todo Mesoamérica por su producción agrícola.

Uno de los aspectos más destacados de la economía purépecha fue la producción artesanal. Los purépechas eran grandes productores de artesanías, tejidos y trabajos en madera y metal. La metalurgia fue fundamental para permitir la resistencia de los purépechas ante la conquista de los mexicas. La producción artesanal fue una actividad económica importante y ofrecía diversas alternativas de empleo, lo que propiciaba el desarrollo económico de la región.

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Antes de la llegada de los españoles, las tres principales urbes del imperio purépecha se encontraban en apogeo y controlaban la vida política, económica y religiosa. El gobierno era monárquico y teocrático, y la sociedad estaba organizada en torno al pueblo aborigen de las regiones lacustre y montañosa, del centro de Michoacán, llamado P’urhépecha. Algunas regiones eran también reconocidas por su capacidad económica, lo cual era un factor determinante tanto en el ámbito político como en el religioso.

La religión de los purépechas era politeísta, y su dios principal era Tiripeme Curicaueri. Durante la noche de los fallecidos, los purépechas celebran una ceremonia de velación nocturna en la que participan pequeños, adultos y ancianos. La religión también se manifestaba a través de sus artesanías, donde representaban a sus dioses y creencias con las piezas entonces producidas.

Durante la conquista española, los purépechas fueron forzados a utilizar su tierra para la producción de ganado. Esto se convirtió en una actividad económica importante no solo durante la conquista sino también en la época colonial. La exportación de pieles, lana y carne de res permitió una mayor producción ganadera.

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En la época moderna, la economía purépecha se centra en la explotación forestal, industria ganadera y textil y en la producción artesanal. La explotación forestal es una actividad común en las partes montañosas del centro y oeste del país, que ofrece empleo a las comunidades locales. La industria ganadera y textil es muy importante, siendo Michoacán uno de los mayores productores de lana del país, lo cual propicia el consumo de carne local. Además, la producción artesanal se vende informalmente en las calles mexicanas y es reconocida por su alta calidad.

A pesar de las diversas actividades económicas que ahora tienen los purépechas, la migración étnica hacia Estados Unidos, Canadá y Groenlandia ha afectado duramente su economía. Sin embargo, las remesas de los migrantes han mejorado los ingresos y la calidad de vida de los pocos tarascos que aún viven en México.

La imagen del proceso desamortizador de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX ha experimentado un cambio profundo en las últimas tres décadas y media. En vísperas de la revolución mexicana, en Michoacán, poco más de 97% de la población rural carecía de propiedades agrícolas como resultado de la aplicación de la Ley Lerdo de 1856. La nueva historiografía ha abandonado la visión centralizada y generalizante de su antecesora, y ahora es más local y descentralizada.

El trabajo en archivos municipales, estatales y algunos federales ha permitido una reconstrucción mucho más puntual de numerosas localidades situadas en estados como México, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz, Jalisco y Michoacán (entre otros). Esto nos permite entender mejor cómo la estructura económica de los purépechas influyó en su desarrollo social y político.

Los pilares documentales en los que la historiografía clásica descansaba han perdido buena parte de su poder explicativo. La imagen dicotómica ofrecida por los censos porfirianos ha sido sustituida por un cuadro significativamente más heterogéneo y hasta enrevesado del campo mexicano en el siglo XIX y las primeras décadas del XX.

Los historiadores profesionales ahora tienen una visión más sofisticada de la vida local e interna de las comunidades indígenas, que eran más complejas y cuya identidad corporativa no inhibía el surgimiento de desigualdades materiales y rivalidades internas. El régimen comunal de la tierra era de hecho el resultado de múltiples y constantes negociaciones y acomodos entre los miembros de cada localidad. La propiedad comunal en México admitía un conjunto variado de derechos que sancionaban y permitían distintos tipos de usufructo, tanto individuales como familiares y colectivos.

En conclusión, las actividades económicas de los purépechas han sido diversas y cambiantes a lo largo de la historia. Desde la caza y la pesca hasta la producción artesanal, la agricultura, la ganadería y la explotación forestal, los purépechas han demostrado su capacidad para adaptarse y desarrollarse económicamente. Hoy en día, la economía purépecha se centra en la producción de carne, la industria textil, la explotación forestal y la producción artesanal. A pesar de los desafíos a los que se enfrentan, los purépechas continúan siendo una comunidad dedicada y productiva.