¿Por qué la cerveza se toma con maní?

Alguien puede pensar que la unión entre la cerveza y el maní obedece solo a una simple (y deliciosa) combinación de sabores. Sin embargo, hay mucho más detrás de esta asociación que unos simples gratificantes bocados entre tragos.

Como seguramente has notado, es común que cuando vamos a un bar o a una reunión y pedimos una cerveza nos ofrezcan, sin que lo pidamos, un bol con maní, cacahuate o alguna otra botana salada para acompañar nuestra bebida.

¿Qué hay detrás de esta práctica y por qué la cerveza se toma con maní? Aquí te lo explicamos, y te sorprenderás cuanto más profundices en el tema.

La sal, un compañero de la cerveza

Para empezar, hay una explicación sencilla pero contundente. Las cervezas son amargas, gracias al lúpulo, una plantita cuyo aporte se hace indispensable para dar a las cervezas esos sabores cítricos y herbales tan característicos. Y como sabemos, tanto la sal como la grasa son elementos que equilibran el sabor amargo de la cerveza. Por ello, la sal es una botana clásica para acompañar la cerveza, desplegando sus efectos también en el paladar.

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Sin embargo, esto solo es el inicio de una explicación mucho más compleja.

Un efecto seductor en el cerebro

Pero empecemos por el principio. Las personas que han estudiado esta práctica que es servir maní y otras botanas en los bares sostienen que la razón por la que se empieza a hacerlo no es simplemente la de ”mejorar el sabor”, como podría pensarse.

Una razón más obvia, que es corroborada por la Academia de Nutrición y Dietética de los norteamericanos, es que los snacks salados estimulan y despiertan la sed. No es difícil imaginar que después de cada puño de maní, de papas fritas, de nachos, etc., nos provoque beber un trago de nuestra cerveza fría.

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Esto se debe a que la sal, al sensibilizar las papilas gustativas en la lengua, desencadena una reacción fisiológica natural que activa la sed. Lo curioso es que, al mismo tiempo, la sal que se ingiere acelera el proceso de retención de líquidos y puede ocasionar inflamación. Un enigma, sin duda.

La transformación de los sabores

La cerveza es una bebida que activa el sentido químico y psicológico de nuestro paladar, así como el olfato, auditivo, táctil y visual. Y es que pocos productos en el mundo tienen un perfil sensorial tan complejo como esta bebida.

Además, después de tomar alcohol se antojan alimentos ricos en sal y grasas. Esto se debe a que el alcohol agota los depósitos de glucógeno del hígado, lo que provoca que el cuerpo sienta una mayor necesidad de alimentos altos en glucosa.

De esta manera, cuando comemos, los componentes principales de la comida se combinan con los elementos del, en este caso, snack salado, para convertirse en una experiencia inolvidable y mucho más deliciosa de lo que sería sin ellos.

Los antecedentes de la tradición

Hay que decir que la práctica de servir snacks en los bares no es nueva. En los siglos XVIII y XIX, por ejemplo, en Inglaterra y Estados Unidos, algunos bares sirvieron arenques, palitos de queso y incluso tarta de manzana. Pero fue a principios del siglo XIX con la creación de las papas fritas que esta tradición se popularizó.

Los cacahuates tostados aparecieron en los bares alrededor de 1950. En lo que a nosotros respecta, en México, el maní empezó a cobrar relevancia con el paso de los años, y posteriormente se empezó a servir en diversos establecimientos.

Maní dentro de la cerveza

Pero regresemos a la pregunta principal: ¿por qué la cerveza se toma con maní? Incluso podría llegar a pensarse que esta asociación se produce por simple casualidad, por el hecho de que uno nos recuerda al otro. Pero hay una explicación incluso para el fenómeno del ‘maní bailando’ en la cerveza.

Uno de los procesos bioquímicos de la elaboración de la cerveza es la fermetación, que produce un gas llamado CO2. Este gas es responsable de la creación de las burbujas en la cerveza que conocemos y tanto apreciamos. El maní flota y baila en la superficie del líquido gracias a que las burbujas que lo rodean son creadas por el CO2 que se libera durante el proceso de fermentación.

Además, el maní resulta efectivo para lograr la hechura de burbujas, ya que el gas necesita de una superficie irregular para formar burbujas y el maní resulta más efectivo en ese sentido.

La forma correcta de tomar una cerveza

¿Y cuál es la forma correcta de degustar una cerveza? Aunque no lo creas, hay una técnica para hacerlo bien.

Lo primero es que te aconsejamos que elijas una cerveza artesanal que te guste. Una vez que la tengas en tu mano, debes colocar el vaso entre unos 20 y 45 grados de inclinación. El objetivo de esto es que, en el momento de servir, no haya burbujas ni excesiva espuma. Comenzar a servir la cerveza a una velocidad moderada y cuando el nivel de la cerveza empiece a acercarse al borde del vaso, enderezarlo hasta una posición completamente vertical (90 grados) mientras se termina de servir el contenido.

Sin sal en exceso, por favor

No se recomienda echar sal directamente en la cerveza. Sin embargo, como ocurre cuando la echamos en la comida, la sal hará que la cerveza tenga más sabor y para demostrar esto existe un estudio de Harvard de 1997, en el que se descubrió además que «tapaba» el amargor mientras amplificaba algo de la dulzura de la malta.

Cabe recordar que un exceso de sal puede tener efectos perjudiciales en nuestro cuerpo, por lo que es fundamental no exagerar con el consumo de cualquier producto que contenga sodio.

La asociación de sabores

La tortilla y la salsa, el tequila y la lima, el café y el chocolate: los mexicanos tenemos el ADN de las uniones gastronómicas. La del maní y la cerveza es una de ellas, y es que la sensación de salinidad y oleosidad del snack salado que despierta nuestros sentidos cuando se mezcla con el sabor de la cerveza se convierte en una experiencia que no puede rehuirse.

La grasa de las botanas saladas resulta también en un antídoto contra la astringencia que causa el ácido tánico de la cerveza. Al juntarse estos componentes se potencializan, logrando que las sensaciones sean mucho más intensas y profundas.

Bebiendo cerveza al estilo alemán

Hay países con una gran devoción por la cerveza, no solo en su elaboración y consumo, sino también en la forma en que se consume. Este es el caso de Alemania, en donde a la cerveza se le llama ”la bebida nacional”.

Allí beber cerveza al tiempo es lo normal, como se sirve a “temperatura de bodega”, hablamos de 10-15°C aproximadamente. Antes de que existiera el proceso de refrigeración, la cerveza se vertía directamente del barril a la barra, así que no tenía opciones de temperatura.

Conclusión

La unión de cerveza y maní es más que solo un ritual social que hacemos para pasar el rato. Hay ciencia detrás de esta práctica que va desde las reacciones bioquímicas en el complejo y gustoso sabor de la cerveza hasta la tendencia natural de nuestro cuerpo a buscar alimentos con alto contenido de grasa y sal después de consumir alcohol.

La sal y la grasa despiertan nuestra sed y mejoran el sabor de la cerveza, lo que deja un recuerdo sensorial en nuestro cerebro. Además, aunque se remonta a siglos atrás, la unión del maní y la cerveza ha evolucionado y se ha extendido en todo el mundo.

La unión del maní y la cerveza sigue siendo un misterio. Pero este es el encanto de nuestras tradiciones culturales. Resulta un misterio de emociones, rituales y sentidos que se sintetizan en una experiencia que no se parece a ninguna otra.

¿Te imaginas el mundo de la cerveza sin maní? Es inevitable preguntarse si la cerveza tendría el mismo sabor, la misma consistencia, la misma seducción. Por suerte, no necesitamos averiguarlo. La mezcla perfecta de grasas, sal y cerveza está ahí, atenta a satisfacer a nuestros paladares.